viernes, 26 de noviembre de 2010

Bienvenidos a la spanish-scottish league

A tres días vista del clásico, crónica que realizaré si estoy de buen humor (ejem), y mourinhadas aparte, conviene hablar sobre un tema que se ha estado debatiendo mucho durante estos días que afecta a todo el mundo futbolístico: los derechos de televisión. La LFP está negociando estos derechos correspondientes a la temporada 2013-2014, es decir, para dentro de tres años. La práctica totalidad de los 42 equipos están de acuerdo, discrepando de este formato el Sevilla,Villarreal, Espanyol, Zaragoza, Athletic de Bilbao y la Real Sociedad, que se han negado a firmar el contrato propuesto por Real Madrid y Barcelona.


Gráfico de porcentajes a cobrar propuesto por los grandes


El primer grupo en el que se incluyen los dos grandes (35%) y el Atlético de Madrid y el Valencia(11%) que también obtienen un porcentaje especial, argumentan que ellos producen más dinero, tienen más audiencia televisiva, por lo tanto, han de ganar más. Además, tienen un gran respaldo por parte de los equipos pequeños, ya que un 9% va destinado a los clubs de segunda, con lo que aumentarían de manera notable su presupuesto, y se asegura un 1% para los equipos descendidos, ya que, cuando un club desciende a Segunda División su economía se ve muy mermada. Dos ejemplos claros y recientes son la Real Sociedad y el Málaga, que debieron entrar en la Ley Concursal, es decir, aplazamiento de la deuda. Por otro lado, el segundo grupo argumenta que, con este reparto, la desigualdad frente a los dos grandes cada año se va haciendo mayor, siendo prácticamente imposible que puedan presentar batalla por alzarse con el título de Liga. Así, la competición está muy desequilibrada y resulta muy poco competitiva. Para ello, se aferran a modelos como el inglés, el italiano o el francés, un modelo equitativo, donde se reparte el dinero por la audiencia y por el puesto en la clasificación, reduciéndose así las diferencias de cobro.

Con esta situación, todos y ninguno tienen razón. Por una parte, el primer grupo liderado por los grandes se asegura una gran parte del pastel, siendo obvio que Madrid y Barça deben cobrar más porque son los que más generan. Además, asegurar la economía de los equipos modestos es fundamental para su supervivencia. Pero, por otro lado, es evidente que, cada año la distancia entre los dos colosos del fútbol es mayor, hasta llegar a ser abismal. No hay pelea, parece que la Liga se decide en una eliminatoria a doble partido entre culés y merengues. Realizar un modelo que llueva a gusto de todos resulta una auténtica quimera.

Personalmente estoy más a favor del segundo grupo que del primero, aun estando completamente de acuerdo en que hay que salvaguardar a los clubs que menos capacidad económica tienen. Con ese reparto equitativo, supondría para muchos clubes una inyección brutal de ingresos, permitiendo que los modestos funcionen sin ningún tipo de problemas a la hora de afrontar los pagos, y los clubs de, por así, decirlo, "clase media" puedan fichar a jugadores que a día de hoy están por encima del precio de mercado, y así poder luchar por ganar la Liga. Una cosa es que los dos grandes cobren más dinero por las razones ya argumentadas, amen de la historia y otros merecimientos, y otra cosa es la aplastante y desproporcionada diferencia de 100 millones de euros frente al tercer club que más cobra. Porque esos 100 millones se aumentan de forma progresiva, es decir, la diferencia al año siguiente será de 200, de 300 al otro y así sucesivamente, con lo que Barça y Madrid serían inalcanzables. Además, no por ello iban a dejar de ser los grandes equipos que son, porque siguen obteniendo muchos ingresos y tienen una mayor capacidad de endeudamiento al no ser Sociedades Anónimas.

Cierto es que los derechos televisivos no son la única fuente de ingresos de los clubes (aunque sí la mayor) ni eso te garantiza éxitos deportivos. La mala gestión de muchos equipos que viven por encima de sus posibilidades, mala planificación deportiva, partidos en los que son incapaces de ganar frente a equipos más débiles por cualquier circunstancia, etc. Hay un millón de variables, todas ellas debatibles y opinables, pero que no son el tema en cuestión. Lo cierto es, que los derechos de televisión es la primera piedra para que los clubes puedan crecer tanto económica como deportivamente, a lo que hay que añadir una buena gestión para resultar competitivos.


Tabla comparativa con lo que se cobra actualmente en las grandes ligas


La razón principal del debate es la nula competitividad en la Liga española, algo que también nos afecta a los aficionados. Muchos han argumentado que, en el resto de Europa, tampoco hay tanta igualdad como nos quieren vender. Si miramos los resultados de los últimos años, Chelsea y Manchester se han repartido los seis últimos títulos en Inglaterra (al igual que el Barça y el Madrid); el Inter se ha alzado con cinco scudettos consecutivos en Italia; en Francia el Olympique de Lyon fue una apisonadora hasta hace dos años, logrando 7 títulos seguidos y en Alemania el Bayern de Münich ha logrado cuatro de los seis últimos títulos disputados. Esa diferencia es evidente que existe, pero conviene analizar números más concretos.

Las mayores diferencias del primer clasificado respecto al tercero, tomando los seis últimos años en los diferentes países son: Alemania: 12 y 14 puntos; Francia: 22 y 23 puntos; Italia 13 y 35 (temporada en la que varios clubes empezaron con puntos negativos); Inglaterra: 18 y 21 y, España: 18 y 28. Cierto que son números similares, pero España tiene la mayor diferencia, teniendo en cuenta el condicionante de aquella temporada en la Serie A. Las diferencias mínimas son números más esclarecedores: Alemania: 4 y 5 puntos; Francia: 7 y 9 puntos; Italia 10 y 12 puntos; Inglaterra 4 y 7 puntos; España 5 y 13 puntos. Es decir, el segundo mínimo es superior a uno de los máximos de Alemania. Cierto es que en Italia parece que la lucha entre los tres primeros está como en la española. Nada más lejos de la realidad: el Inter dominador de los últimos años favorecido por el descensos de la Juventus, de equipos que contaron con puntos negativos al inicio de la temporada por los amaños de partidos, ocupa actualmente la sexta posición a nueve puntos del líder, el Milán, lo que indica, que la Serie A se va igualando.

La Liga española es poco competitiva, aburrida, sólo van a ganar uno de los dos grandes. No hay interés, ni emoción, se desangra. La competición se va pareciendo cada vez más a la Liga escocesa, esa dualidad Celtic-Rangers, que se han repartido los últimos 25 campeonatos. ¿Queremos eso para nuestra Liga?

* Imágenes usurpadas a la buena gente de DDF, un gran blog futbolísitco, ya que se las mango, por lo menos les doy un poquito de publicidad.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Grandes Películas de la Historia: Grupo Salvaje (VI)

Título: Grupo Salvaje
Título Original: The Wild Bunch
Director: Sam Peckinpah
Guión: Sam Peckinpah & Walon Green
Música: Jerry Fielding
Fotografía: Lucien Ballard
Reparto: William Holden, Ernest Borgnine, Robert Ryan, Warren Oates, Edmond O'Brien, Ben Johnson, Jaime Sánchez, Emilio Fernández, L.Q. Jones
Año: 1969 Duración: 140 mins Color
SINOPSIS: Una banda de viejos forajidos quieren dar el último gran golpe de sus vidas entre la frontera de México y EE.UU en medio de la revolución mexicana. Al otro lado, un grupo de federales y un traidor van en su busca






EL ÚLTIMO VIAJE


Grupo Salvaje es una de las obras cumbres del western, una monumental película del maestro "Bloody" Sam Peckinpah.

Peckinpah nos ofrece un western crepuscular lleno de pesimismo. Su ritmo narrativo es realmente denso, pero necesario para enseñarnos el horror. Nos muestra una nueva era en la que aparecen el automóvil y la ametralladora, un salvaje oeste moderno, lejos de los paradigmas del clásico. Retrata un mundo infernal, en el que los personajes se mueven por la codicia. Son corruptos, sucios, violentos y salvajes. Muy salvajes. Nuestra “querida” banda, son un puñado de hombres viejos, cansados, hartos del mundo, que saben que su destino está sellado: el infierno. Marchan hacia su último golpe, el de la retirada, el de nunca más. Quieren dejar de lado la vida cruel para pasar a una mejor. Todo ello orquestado por la magnífica dirección de Sam Peckinpah, igualando el mejor de los lirismos de Ford, pero dejando claro su impagable y demoledor estilo.

Los grandes temas de la cinta son la amistad, traición, el código de honor entre los hombres incivilizados, ambos temas alcanzan su cénit de la obra de Peckinpah, la codicia e incluso la redención. Todos buscan la redención, sus pecados deben ser perdonados intentando hacer algo bueno en esta miserable vida. Los diálogos son algo de otro mundo, ya no es que sean lapidarios, simplemente son apabullantes. Unos diálogos sobrecogedores, donde en todo momento se capta la tragedia de unos hombres sin futuro alguno. Saben cual es su destino y no hay forma de evitarlo.
El pesimismo se respira en cada plano. Como trasfondo, tenemos la revolución mexicana en los tiempos de Pancho Villa y donde los mexicanos son tan salvajes como los hastiados americanos, aunque no es el asunto principal de la película, ya que no es un film que se centre en los entresijos de esta guerra, sus temas son más universales que este, humanos, de mayor calado.



El traidor, el gran Robert Ryan


Peckinpah rueda con un pulso lento, pero capaz de manejar la cámara a su antojo contando con la impresionante fotografía a cargo de Lucien Ballard, que retrata a los hombres viejos en el nuevo oeste a la perfección Pero, lo mejor de la dirección, son sin duda las escenas de acción. Sam las condensa con un hábil montaje, preparándonos para la hecatombe que está a punto de estallar. La acción transcurre con el freno de mano echado, pareciendo que no va a sucede nada. Y, cuando lo hace, es sencillamente brutal. Los estallidos de la acción son su punto álgido. Peckinpah posee un sadismo exacerbado, cruento como él solo. Las escenas a cámara lenta sirven para darle más énfasis, en donde la sangre explota y nos impacta. Las dos matanzas del principio y del final, son de lo más sórdido de la historia del cine. Realmente llega a dar miedo.

Y todo ello con un formidable reparto. Empezando por Jaime Sánchez, un joven intrépido mexicano que sufrirá el mayor de los dolores. Warren Oates y Ben Johnson interpretan a una pareja de hermanos sucios y barbudos, violentos, mujeriegos y que sólo quieren dinero, con momentos cómicos. Emilio Fernández como el villano, un tipo que sólo quiere acumular riquezas y poder enfrentarse a Pancho Villa por el poder.

Después, tenemos a los cuatro mejores. Ese gran secundario que es Edmond O’Brien, un viejo inteligente, que vale para algo más que vigilar caballos. Está cansado, pero aún tiene ganas de vivir junto a sus compañeros de fatigas, sus amigos. Ernest Borgnine, como siempre en su línea. Es el amigo fiel, un hombre que no traicionaría jamás a los suyos. Un tipo desquiciado de la vida, que sólo piensa en mandarlo todo al carajo. Vive por y para su banda. Robert Ryan vuelve a deleitarnos con otra soberbia actuación. Es el traidor del grupo, un hombre que, por circunstancias, se ve obligado a ayudar a la ley para no volver al infierno. Desea la redención, pero añora a sus viejos amigos. Tiene remordimientos de conciencia tanto por su pasado turbio como por su presente, sabe que debe hacer lo correcto pero siente un gran pesar por atacar a sus antiguos amigos de fechorías. Y, una vez más, hay que quitarse el sombrero ante uno de los grandes: William Holden. Un tipo duro y rudo, cínico, el jefe del grupo. Su autoridad es aplastante, su forma de hablar no lo es menos. No ansía nada terrenal, quiere olvidarse de su pasado y de su presente. El resto del mundo no son más que obstáculos en su camino. Solamente se preocupa por sus amigos, sus colegas de viaje. Otra sensacional actuación.



Camino al infierno


Grupo Salvaje es el western crepuscular por excelencia. Es la despedida y el cierre. Es el adiós a una era y el inicio de otra. Ningún otro western ha sabido retratar mejor un mundo de pesimismo en donde los hombre viejos no tienen cabida. Un clásico inmortal para entender lo que fue y en lo que se convirtió el salvaje oeste.

Media IMDB: 8,1 (31.796 votos)
Media Filmaffinity:8,2 (12.896 votos)
Media Cinetrivia: 8,14 (7 votos)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Otra basura de Seminci

Si era feo el cartel del año pasado, el de este no tiene nombre


Acaba de concluir la LV edición de uno de los festivales más famosos del cine español, la Seminci vallisoletana. Y, como no podía ser de otra manera, ha vuelto a ser desastrosa, eso sí, mejorando en el tema de las entradas- no como en 2008- pero con una serie de proyecciones que, a la gran mayoría, le importan un pepino. El nombre del festival se ha de cambiar, casi que era mejor aquello de la Semana del cine Religioso. Ahora se llama Semana Internacional de Cine. Yo le pondría otro acrónimo, mucho más acorde con la realidad del festival: SEGASVA: Semana Gafapasta de Valladolid.

De todos es sabido que el gafapastimo es imperante en este festival. Películas traídas de todo el mundo, de países donde se hace un cine que poco o nada interesan al público, pelis densas, "sesudas" según algunos cuando en realidad no cuentan nada. No en vano, el mayor trofeo, la Espiga de Oro, ha sido otorgada a bodrios infumables tales como: Hierro 3, El Manantial de la Doncella o la aquí criticada Requiem por un Sueño. Dejando a parte la Sección Oficial, que ya sabemos de qué va y es una mierda, y en donde bien te compras el abono, o madrugas lo suyo para intentar ver una peli, el tema en cuestión es el de los ciclos.

Sigo sin entender por qué hay dos secciones de premios paralelas, como son las de Punto de Encuentro y Tiempo de Historia. La primera de ellas, es para dar cabidas a nuevos realizadores, a los cuales, se les puede meter perfectamente en la Sección Oficial de cortometrajes. La otra, son simplemente documentales. Pues venga, a meter tropecientos documentales y que participen en un concurso. La pregunta es sencilla: ¿por qué no pueden ir largometrajes y documentales en un mismo saco? Bowling for Columbine estuvo en Cannes luchando por la Palma de Oro. Pues todos los años la misma vara con los mismo ciclos, para dar más premios, gastar más pasta y traer a más gente, a costa de no ofrecer una mayor variedad de películas.

Pero, lo que ya es de traca, es que todos los malditos años se celebre el Ciclo Spanish Cinema. Y no lo digo por algún mal pensado que crea porque detesto el cine español- ese es otro debate, cierto es que apenas le tengo simpatía alguna- sencillamente porque el ciclo consiste en proyectar películas estrenadas el año pasado, y que ha podido ver todo el mundo durante meses. No tiene ningún sentido. Si quieres promocionar el cine español, hazlo retomando clásicos, como el ciclo de Carlos Saura del año pasado (al que a punto estuve de asistir para ver alguna de sus películas) o sobre cualquier otro director, actor o guionista.


El precioso teatro donde se representan las gafapastadas


El cupo se va reduciendo hasta, en este año, quedar sólo libres tres ciclos. De los cuales uno, llamado "Sesiones Especiales", sólo cuenta con tres películas. Otro de ellos es con el país invitado, Brasil que, aunque se haya hecho en más ediciones de momento no es una costumbre fija la de hacer un ciclo de un sólo país. Lo curioso de este ciclo, que trató sobre las películas brasileñas de la última década, no se dignaron a proyectar su obra más famosa, Ciudad de Dios, con la cual darían un gran deleite al público. Esperemos que no se de como algo fijo, sino, el asunto se reduce aún más, teniendo en cuenta que, lógicamente, el último de los ciclos es del galardonado al que se le hace entrega la Espiga de Honor, en este caso el recientemente fallecido Claude Chabrol. Cierto que podría haber acudido a ver alguno de sus films, pero es que se te quitan las ganas.

El propósito de este artículo, no es otro que el de reivindicar que se pueden hacer ciclos infinitamente mejores, que no es necesario todos los años el mismo gafapastismo de siempre y dar las Espigas de Oro y Honor a los mismos de siempre, en resumidas cuentas: la misma mierda de siempre. Hace falta mucho más cine clásico para enganchar a los cinéfilos jóvenes. Además, en tiempos de crisis, donde la mayor parte de la recaudación del festival va a parar a manos de la organización, qué mejor manera de asegurarte el lleno en las salas que con grandes clásicos. Como se hiciera en 2007 con el maravilloso Ciclo de Cine de Juicios, donde apunto estuve de ver casi todas, se pueden hacer ciclos de subgéneros o de temas concretos. Te marcas un ciclo de westerns crepusculares, pones unas de Clint o Peckinpah, o El Hombre que Mató a Liberty Valance y lo petas. De linchamientos, leéis bien, películas que tratan el asunto de los linchamientos. Pones las maravillosas Incidente en Ox-Bow, La Jauría Humana y Furia, buceas por la filmografía mundial donde seguro que hay un montón de títulos sobre el tema, y te sale un ciclo bueno y original. Uno de la guerra de Vietnam, con Platoon, Apocalypse Now o La Chaqueta Metálica y el disfrute en pantalla grande sería impresionante. O de otras infinitas guerras. Cine de espías, dramas carcelarios, vampiros, deportes, periodismo de investigación, peplums, antiguas civilizaciones, serie B y Z, exploitation, cine dentro del cine, la pena de muerte, el sueño americano... ¡anda que no hay cantidad de temas que ha tratado el cine!

Es evidente que, la Seminci, es un festival dirigido al público selecto que sólo ve pelis iraníes y que las ve para hacerse el guay y el entendido. No es menos cierto que, a la hora de hacer ciclos, están carentes de imaginación. Falta frescura y originalidad. Siempre la misma murga con pelis que, probablemente, ni se proyecten en las salas comerciales, y ni siquiera salgan en dvd. A lo mejor ni te las puedes bajar. Su director, Javier Angulo, habla de variedad. No intentes mentir, no cuela, el festival es la basura de todos los años. Se preguntaba la periodista Liliana Fernández si el la Seminci era para snobs. La respuesta es un rotundo sí, es más, la respuesta se debería hacer con otra pregunta: ¿acaso lo dudas?