martes, 31 de agosto de 2010

En Cartel: Los Mercenarios (VI)

Título: Los Mercenarios
Título Original: The Expendables
Director: Sylvester Stallone
Guión: Sylvester Stallone & Dave Callahan
Música: Brian Tyler
Fotografía: Ken Blackwell
Reparto: Sylvester Stallone, Jason Statham, Jet Li, Terry Crews, Dolph Lundgren, Mickey Rourke, Randy Couture, Lauren Jones, Steve Austin, Eric Roberts, Arnold Scwarzenegger, Bruce Willis
Año: 2010 Duración: 100 mins Color
SINOPSIS: Una misión secreta perpetrada por la CIA, manda a un grupo de comando de élite para tomar la pequeña isla de Vilena, en Latinoamérica. Su misión es la de acabar con el dictador del país que aterroriza a la población







Casi seis meses después vuelve la sección En Cartel y antes de empezar, quisiera decir que, aunque ha merecido la pena pagar el dinero para ver esta película, me parece una sobrada impresionante que el cine me haya costado 6,80. Luego vienen los lloros por la piratería, el menor número de espectadores y el cierre de las salas. Si ofreces productos de una calidad bastante inferior a la de ese mismo producto hace diez años, que no pongan algunos el grito en el cielo si encima multiplican su precio. Nada más, es que duele mucho pagar ese pastizal para ver una película.

TIROS, EXPLOSIONES, HOSTIAS Y SOBRADAS

Los Mercenarios es el esperadísimo proyecto de Sylvester Stallone, que iba a reunir a las viejas glorias del cine de acción de los años '80 junto a los actuales reyes del mamporro.

La película da lo que ofrece y cumple las expectativas a la perfección. El título que resume mi crítica es lo que cualquier espectador se va a encontrar en este film. Tiros a mansalva, con mención especial a las armas secretas de Terry Crews, una gozada de esas que nos hacen aplaudir. Explosiones dos mil: vuelan edificios, helicópteros, de todo. Hostias, como no, para lucimiento de Jason Statham y esa gran pelea entre Jet Li y Dolph Lundgren. Y, como no, sobradas. Vaciladas del siglo, fantasmadas varias aunque no demasiadas (y eso es algo positivo), vamos testosterona pura. Cine para machos, de tipos duros, donde cualquier espectador sin prejuicios va a disfrutar de lo lindo.

A nadie se les escapa algo tan evidente como que, si se hubiera hecho este film hace quince años, si ya es una buena cinta de acción para pasar un rato muy bueno, sería impresionante. Además, todos en el reparto echamos de menos a viejas glorias del cine de acción como Jean Claude Van-Damme, Steven Seagal o Chuck Norris que, partiendo de la premisa de que sus pelis son malas hasta decir basta, es todo un lujo reunirles en un mismo film. El cameo de Bruce Willis y Arnold Scwarzenegger es impagable, una escena que ves con una sonrisa de oreja a oreja. A lo que hay que añadir que los dos comparten escena con la estrella de la película, Stallone, todo un lujazo. Una pena que, aunque es evidente que ambos actores no están para muchos trotes- al igual que el propio Stallone- si que podían haber tenido más minutos y realizar un papel secundario como lo ha hecho el gran Mickey Rourke, un macarra que se liga a pibones del siglo, lanzador de cuchillos y hasta se marca un monólogo profundo. Ya si se ese trío se uniera al grupo de mercenarios y se pusieran a pegar tiros a diestro y siniestro para deleite del respetable, estaríamos hablando de la cinta de acción del siglo.

¿El argumento? ¿Y a quién demonios le importa el argumento para ver esto? Va de lo de siempre, de cargarse a los malos malosos en una lluvia de balas. Cierto es que hemos criticado lo risible de muchos argumentos de pelis de este tipo. Pero entre las malas actuaciones de algunos, lo mal rodadas que están, efectos cutrísimos y fantasmadas elevadas a la máxima potencia, así de penosos eran esos films. Pero estamos ante un producto de calidad, porque se trata de una gamberrada autoparódica. Es desternillante de principio a fin, la película está hecha para reavivar la nostalgia de esas pelis de los '80 con mucha mala leche y buen humor. Un divertimento puro y duro.

Stallone tras la cámara, resuelve la película con eficacia. Sabemos que no es un cineasta de autor (casi toda la saga de Rocky le contempla como realizador) pero cumple el papel, aunque con algún que otro exceso. Además, unos buenos efectos sin abusar de la digitalización de éstos.

Simplemente, Los Mercenarios es un homenaje al viejo cine de acción, a todas esas estrellas que han sido estandartes del género más viril. Una gozada, unas risas, diversión garantizada. Preparar un buen tanque de palomitas y a disfrutar.

Media en IMDB: 7,4 (25.812 votos)
Media en Filmaffinity: 6,3 (3.437 votos)
Media en Cinetrivia: 8 (mi triste y mísero voto)

martes, 24 de agosto de 2010

Conciertazo de Edguy y Maiden en Valencia


Los dioses del metal, Iron Maiden, cerraban su gira mundial, The Final Frontier, en Valencia, congregando a 26.00 fans en Marina Sur, al lado del puerto de Valencia, la zona más jodidamente pija de la ciudad levantina.

Tras siete largas horas de viaje, llegamos a Valencia y fue un infierno. La humedad que hace en esa ciudad es insoportable. Tres de la tarde, un lorenzo impresionante y humedad al 100%. El sudor era tal que me costó quitarme la camiseta durante el concierto. Los metaleros estábamos como en una lata de sardinas en esa explanada y, si además, ponen la torre de luces a dos pasos del escenario, mal vamos. El sonido no fue tan malo como dicen algunas crónicas al menos de mitad para adelante. Pero lo de la visibilidad era otra cosa. Un escenario muy bajito, con unas pantallas muy pequeñas y a la misma altura. Deberían haber puesto un escenario mucho más alto para poder verlo mejor desde cualquier posición. A veces te tenías que poner de puntillas para verles. Al margen del agobiante calor, los precios por las nubes como suele ser habitual en este tipo de eventos (aunque no descarto que los precios no sean tan caros en los bares de alrededor en días normales), los buenos katxis y las coñas entre los colegas que nos juntamos para ver a los Maiden, ambos conjuntos dieron un gran espectáculo.

Empezando por los germanos Edguy, que ofrecieron un show tan intenso como corto. Hace varios años ya que he perdido la pista a este grupo, antes me gustaban mucho y ahora les he dejado un poco de lado. Pero han demostrado que siguen siendo buenos. Su frontman, Tobias Sammet, es cierto que baja un poco en cuanto a agudos respecto a los discos, pero se mantiene en forma y sigue cantando muy bien. Comenzaron media hora antes de tiempo, a las ocho, lo cual fue de agradecer y no llegaron ni a cuarenta minutos de concierto. Demasiado corto, esperaba al menos una hora de unos teloneros de categoría y con nombre, ya que llevan quince años dando cera. Poco a poco fueron cayendo Tears of a Mandrake, Superheroes, Lavatory Love Machine, King of Fools entre otros, aunque yo eché de menos temas como Mysteria, Vain Glory Opera o mi favorito, Nailed to the Wheel.


The Reincarnation of Benjamin Breeg


A eso de las nueve y veinte salieron Maiden a escena. He de decir que es un auténtico lujazo esperar menos de una hora entre concierto y concierto, cuando suele ser habitual una tardanza mayor. Todo fue antes de lo esperado, mucho mejor para irse antes a casa y abandonar ese claor asfixiante. Casi dos horas de show, aunque si por todos los allí presentes fuera, si hubieran durado dos más, a nadie le hubiera importado.

Antes de relatar lo que dio de sí el concierto, tengo que entrar en la polémica del set-list. Entiendo perfectamente la posición de Iron Maiden. Un grupo que está cansado de tocar siempre las mismas canciones, que no quieren vivir del pasado, sino del presente. Siguen sacando discos, siguen sacando muy buenas canciones y están en su derecho de explotarlas en los directos. Además, para eso hicieron hace dos años la gira del Somewhere Back in Time, donde desgranaron sus temas clásicos desde 1980 hasta 1988. Y, sinceramente lo hicieron, para contentar a todos los fans ávidos de sus himnos y poder tocar las canciones más actuales, que es lo que realmente quieren. Pero yo digo una cosa: si cuando compré mi entrada allá por el mes de Abril, supiera el set-list, no me hubiera gastado semejante pastizal y mucho menos me hubiera dado esa paliza de viaje. No es una crítica a Maiden, y ni mucho menos me arrepiento de haber ido, porque ha sido un concierto inolvidable. Pero ese adjetivo inolvidable, con menos canciones de los últimos diez años y más clásicos, se hubiera convertido en apoteósico. La verdad, no me sabía la letra de muchas de las canciones y no podía berrearlas como me hubiese gustado y eso no mola tanto cuando vas de concierto. Pero bueno, me tocó este concierto, he tenido la gran suerte de ver a Iron Maiden y me lo he pasado como un enano.

Al grano. Tras sonar el Doctor Doctor de UFO como suele ser habitual antes de abrir sus conciertos, unas imágenes raras en las pantallas anunciaban la presencia de los Irons, para descargar la que es su mejor canción de la última década, The Wicker Man. Éxtasis total en el público. Avalancha. Esta vez no estaba tan adelante y no me aplastó, se abrió ante mí una gran autopista para avanzar aún más y estar más cerca de mis ídolos. Los saltos del respetable fueron increíbles y todos la cantamos con mucha pasión. Acto seguido, siguieron con su repaso del Brave New World con el que es el segundo tema, Ghost of the Navigator. Otro buen tema del que es para mí, el mejor disco desde el regreso de Dickinson. Después cayó un clásico que nos sorprendió a todos porque nadie lo esperaba, el Wrathchild. Un tema muy celebrado por todos, sobretodo por mí, porque era un clasicote. A continuación, la única canción que tocaron de su nuevo disco, The Final Frontier, el single El Dorado.


Con el calor que hizo no sé cómo no te quitaste el gorrito, Bruce


Durante todo el concierto, cambiaban el fondo del escenario con portadas del disco o del single, que anunciaban una nueva canción. Muy logrados los efectos de luz y el sonido algo flojo (como el de Edguy) notándose especialmente en el micro de Bruce, porque no es normal que casi no se le oiga y, al segundo, se le vuelva a escuchar con toda la potencia. Todo el grupo correteaba de un lado a otro, con sus clásicas poses. Janick Gers, Dave Murray, Adrian Smith, Nicko Mcbrain y Stev Harris lo dieron todo, pero tengo que resaltar la voz de Bruce Dickinson. Es increíble que, a sus 52 añazos no sólo siga teniendo ese chorro de voz y cante como los ángeles. Está en plena forma. No paró de subirse encima de la batería de Nicko, se fue de un lado para otro, animando al público. Grandioso Bruce Dickinson.

Así, fueron cayendo los temas. The Reincarnation of Benjamin Breeg, Dance of Death, These Colours Don't Run o Wildest Dreams. Momento especial y emotivo fue cuando Bruce se dirigió al público y dedicó Blood Brothers, un título más que acertado, al difunto y grandioso Ronnie James Dio. La ovación fue especial y el público coreó el estribillo emocionado, pensando en la memoria de uno de los más grandes vocalistas de la historia del heavy metal. Antes de los clásicos, otros dos temas que me gustan mucho, No More Lies y Brave New World.

Ya terminando el concierto, por fin vino lo bueno. Todo se apagó para que diera comienzo Fear of the Dark, con el que todos nos emocionamos. Temazo donde los haya y, cuando lo ves en directo, se te ponen los pelos de punta. Incluso Bruce se subió por el andamio del escenario a hacer el cafre. Siguió otro himno de la banda, el Iron Maiden, saliendo así Eddie a escena. Luchó como siempre con los guitarristas, especialmente con Murray. Momento divertido, alargado para dar la bienvenida a los primerizos en asistir a un concierto suyo- entre los que me incluyo- y gran canción para finiquitar.


Harris y Murray ¡Vaya dueto!


Faltaban los bises y, con todo apagado, sonó esa mítica voz oscura con ese "Wo to you on earth and sea..." lo que significaba que era el emblemático The Number of the Beast. Seguidamente,vino el mejor tema del set-list y uno de los más grandes de la banda, Hallowed be thy Name. Y no me lo esperaba. Vale que soy un desinformado y no me he molestado en buscar el set antes de ir, pero así mantenía la sorpresa. Es increíble escuchar ese tema en directo, con la voz solemne de Bruce, arriba, con esa mítica intro lenta y con el glorioso final. Cerraron con Running Free de su primer disco, alargando la canción para presentar a la banda y agradecer la presencia del público.

Casi dos horazas de concierto repasando temas de sus últimos tres discos. Maiden han prometido volver a España el año que viene, donde supongo que explotarán más su nuevo disco. Aunque esté descontento con el set-list, lo cierto es que los británicos son la excepción. Lejos de los grandes dinosaurios del rock que sacan discos para sacar pasta y luego tocar sólo canciones de hace más de 25 años, Iron Maiden siguen pariendo buenos temas aptos para el directo. Uno quiere lo que más conoce y ama, pero la calidad de este grupo es acojonante, honestos con el público y consigo mismos. Este concierto demuestra que les queda cuerda para rato. Que así sea y nosotros lo veamos. ¡Up the Irons!

martes, 17 de agosto de 2010

Cultura videojueguística

El mejor juego de la historia


Desde los primeros arcade en las máquinas de los salones recreativos allá por la década de los '70 hasta la actualidad llevan los videojuegos en nuestra vida cotidiana. Una industria, la del videojuego que no para de crecer y crecer, de crear multitud de consolas, de juegos, de maneras de jugar para entretenerse. Hasta tú puedes ser el protagonista del juego sin tener que dar a un botoncito. Pero, a pesar de llevar tanto tiempo entre nosotros y haber jugado y visto jugar a mis amigos, tengo que reconocer una cosa de la que no estoy demasiado orgulloso: soy un perfecto analfabeto en el tema de los videojuegos.

Cuando me reúno con los colegas para echar una partidita a la play, lo primero que todos advierten es que soy un paquete. Mi destreza a la hora de manejar un juego es prácticamente escasa. La respuesta a ello es sencilla: mientras mi generación ha crecido en el siglo XXI (vale, eran los '90, pero me entendéis) yo crecí casi en el siglo anterior. Mis relaciones con los videojuegos se limitaban a esas míticas partidas en la sala Tetris, con los grandiosos Tekken Tag y el Virtua Striker 2. Y, cómo no, en la aún existente Joker con el juego del siglo, el Heavy Samash, esa especie de balonmano violento. Mientras, todos disfrutaban de la Megadrive, de la Nintendo 64, la Gameboy o la primera versión de la Play. Y yo me quedé atrás, claro.

Eso se pudo haber remediado en el 2001, cuando por fin tenía ordenador en casa. Mi alegría fue tal, que lo abracé, literal. Era una chatarra desde el primer día pero ya podía jugar. Fifa, Sega Rally 2, el Neo Geo, Age of Empires o el Commandos fueron mis principales vicios. Nada de juegos complicados de pasarse mil misiones (el Commandos con trucos, claro) ni ser un poderoso guerrero con chorrocientas armas que vete tú a saber para qué sirven. Nada de juegos legendarios que todo el mundo se sabía el dedillo. Las conversaciones entre amigos que no paraban de hablar de tal videojuego, de lo que hay que hacer en una misión o comparando juegos de sagas me las he pasado y pasaré callado porque no tenía ni idea de lo que estaban hablando. Lo confieso, aunque alguno me llamé hereje: No he jugado al Final Fantasy, apenas he tocado a Mario o el GTA, ni al Zelda, ni al Diablo, ni al World of Warcraft, Los Sims, God of War, Resident Evil o Silent Hill. Y son unos cuántos y son famosos de narices.


Es que ni viendo la peli me emociona


Pues bien, todo se debe a que nunca he tenido consola. Bien es cierto que hay versiones de estos y de muchos juegos más para ordenador pero, mi poco interés o mi desgana, los rechazan. Será porque me irrita atascarme en un punto del juego. Y no es que no me gusten los videojuegos, al contrario, molan mucho y poder manejarles como un experto tiene que ser la hostia. Pero no es lo mío. Ahora mismo, tengo la PSP, pero está en casa de un amigo y no he ido a por ella. Y no me urge, pero tengo ganas de recuperarla. Pero para jugar a lo de siempre: al Fifa y al Padrino, que para eso es un peliculón. Para poco más, de momento. Quizá cuando me aburra de esos juegos me entre el gusanillo y empiece a explorar esos mundos de fantasía que poseen. Soy demasiado clásico y convencional, qué se le va a hacer.

Muchos pensarán que jugar a los videojuegos no vale para nada y que es mejor leer un libro, escuchar música y ver una peli. Desde luego a mí me gustan más estas tres cosas, pero no estaría nada mal ser algo más docto en este mundillo. Porque el saber no ocupa lugar y, aunque los videojuegos estén demonizados por la sociedad que no ha crecido con ellos, saber de videojuegos también es cultura. Si nos atenemos al término cultura que sólo versa sobre los conocimientos acerca de algo, existe la cultura del videojuego. Ahí están, casi cuarenta años de vida, un montón de formatos, de tipos, para todas las edades. En el videojuego hay un universo virtual y otro real, el del conocimiento de este entretenimiento y en el esfuerzo por ser más diestro en el manejo del joystick.

Como todo, tienen sus cosa malas. Su abuso es malo para la vista, provoca sedentarismo en los más pequeños (y en los jóvenes) que luego tienen problemas de sobrepeso. Pues como la tele, cinco o seis horas sillón-ball son tan perjudiciales como los videojuegos durante tanto tiempo. Luego está el tema de convertirte en un frikazo que no sale de casa por jugar a los videojuegos. Eso sí que es malo, no hacer vida social por culpa de una maquinita. Hay casos, son reales y algunos asustan. Porque una cosa es que te llamen friki por jugar o por leer cómics (una chorrada, todo el mundo sabe que dentro tenemos un nazi, una maruja y un friki) y otra muy distinta es estar completamente obsesionado con ello y no salir casi de tu casa.


Yoshimitsu es Dios


Pero soy de los que opinan que los videojuegos son buenos. No me creo la patraña de que perturban la mente los juegos violentos. Es más, si no existieran esos juegos de "matar" no nos podríamos desfogar y nos cargaríamos a más de uno. Como siempre digo, en su justa medida (la mía es escasa) son buenos. Ayudan a descargar adrenalina y tensión. Ayudan a desarrollar la mente y esto no es ironía. Piensas diferentes maneras de cómo salir de una situación complicada. Qué hacer o no hacer ante una dificultad. Extrapolarlo a la vida real se antoja casi inverosímil, pero es una forma diferente de darle al coco. Con los juegos en red, puedes conocer a gente de cualquier parte del mundo y hacer amigos. Es un divertimento puro, solo en casa, con unas cervezas hablando de ello con los amigos, o con esos mismos colegas reunidos pasando una buena tarde con la consola.

Tengo que poner remedio a mi inutilidad con los videojuegos. Por saber más de ellos, por divertirme, pasarlo bien. Pero creo que será imposible. Me siguen resultando muy difíciles y, teniendo en cuenta mi mínima paciencia, el asunto está complicado. Esto sólo era una reflexión sobre este amplísimo universo, mi relación con ellos incluida. Conocer los videojuegos y disfrutarlos también es cultura, menor, pero que nunca pude ser malo abrirse a ellos.

jueves, 12 de agosto de 2010

Películas Sobrevaloradas: Réquiem por un Sueño (IV)


Título: Réquiem por un Sueño
Título Original: Requiem for a dream
Director: Darren Aronofsky
Guión: Darren Aronofsky y Hubert Selby Jr (Novela del segundo)
Música: Clint Mansell
Fotografía: Matthew Libatique
Reparto: Jared Letto, Jennifer Connelly, Ellen Burstyn, Marlon Wayans, Christopher McDonald, Janet Sarno, Louise Lasser
Año: 2000 Duración: 100 mins Color
SINOPSIS: Harry, su novia Marion y su amigo Tyrone son adictos a las drogas y quieren ganar dinero vendiéndolas para tgener una vida mejor. Por su parte la madre de Harry está enganchada a un programa de televisión y empieza a tomar pastillas para adelgazar para acudir a él.





Hacía ya ocho meses que no teníamos una nueva edición de las amadísimas Películas Sobrevaloradas. Hay una en el tintero pero que, fue muy decepcionante y las esperanzas puestas en ellas se vinieron abajo. Con este título, se puede volver a despotricar tan a gusto, la venganza por tragarte semejante mierda es irresistible y la escribo con pasión. Por eso adoro esta sección, porque rajar sobre una peli es lo puto mejor.

UN EJERCICIO DE MODERNEZ PRETENCIOSA

Réquiem por un Sueño es uno de esos films encumbrados porque trata un tema tan duro y controvertido como son las drogas, con vanas intenciones de golpear al espectador para deprimirle un poquito, tocarle la conciencia, que reflexione y, de paso, si puede soltar una lagrimita, mejor que mejor. Una gafapastada de tomo y lomo.

La intención del film es contar lo malas malitas que son las drogas y cualquier tipo de adicción. Para ello, Daronofsky traza dos historias paralelas, la de la madre y el hijo. En la primera de ellas, una venerable anciana empieza a tomar pastillas para adelgazar y se vuelve adicta. Como trasfondo, hay una pequeña crítica a los medios de comunicación, a su gran capacidad de alienar a las personas. Pues bien, el relato resulta vacuo. Para conseguir que sea creíble, utilizan a un personaje muy influenciable por la caja tonta, esto es, una pobre viejecita. Nadie con dos dedos de frente se puede creer que la televisión tenga un potencial tan grande como para autodestruir a una persona. Te puede atontar, quedarte enganchado a ella y olvidarte de todo lo demás, e incluso convertirte en un ignorante. Pero en esta película se exagera a la máxima potencia. Una persona no se convierte esclava de un programa de adelgazamiento ni de coña. Eso no es real ni por asomo. La credibilidad es nula.

La otra historia es sobre tres jóvenes que quieren dejar su pobre existencia atrás y tener una vida mejor. Para ello, se dedican a vender (y a meterse) drogas y, con los ahorros, pretenden montar un negocio. Y todo se les tuerce, como no podía ser más previsible, claro está. Para entendernos mejor, querido lector, esta historia va del típico trío de ilusos pringaos que se cree que la vida es de color de rosa y que en breve todo volverá a ser chupi-guay y divino de la muerte. La carga dramática es inexistente, todo lo que les pasa es por gilipollas y por pardillos. No dan ni la más mínima lástima.


¡Pero qué buena estás, cordera!


Una vez resumido de que va el rollo pimpollo, toca hablar del director, el señor Aronofsky. Bien, lo primero es darle un consejo: dedícate a los dramas sencillos como hiciste con El Luchador años después de este truño, porque este rollo no es lo tuyo. Ser tan gafapasta no es bueno para la salud. fLa película es un coñazo de principio a fin. Uno no sabe si lo que pretendía este director es contar un drama crudo y que haga mella en el espectador o simplemente contar un viaje de drogas. En cualquier caso, lo que es evidente es que sus intenciones eran contar historias por estas dos vías o bien un poco de todo. Y falla estrepitosamente en ello, claro.

Para empezar, de buen drama tiene más bien poco. El principal arma que posee este género cinematográfico es la de crear empatía en el espectador a través de los personajes. ¿Cómo se crea esa empatía cuando sólo hay cinco minutos de diálogos seguidos en toda la cinta y el resto es una sucesión de imágenes sin sentido? O eres el puto Tamariz y haces magia o nada de nada. Las interpretaciones del cuarteto no llegan a calar en el espectador, excepto Ellen Burstyn que se mete más en el papel y su actuación es buena, pero no causa emoción alguna. No hay trama por ningún sitio, sólo imágenes, planos, planos y más planos. Aburrimiento y tedio absolutos.

Y, como viaje de drogas después de haber visto la magnífica Miedo y Asco en las Vegas, donde Terry Gilliam se enfrentó a la más que difícil tarea de llevar a la pantalla la novela de Hunter S. Thompson, pues da risa. El montaje es penoso. Intenta marear al espectador (cosa que no consigue) abusando de los planos recursos a toda pastilla. Además, utiliza distintos ángulos de cámara para dárselas de guay. Incluso hay quién la tilda de realista por el montaje. No se puede ser más efectista y cutre. Muy artificial. En resumidas cuentas, un videoclip de hora y media. Mira cómo molo y cómo uso la cámara rápida. Soy el maestro, estoy intentando meterte un tripi, querido espectador, a través de mis impactantes y novedosas imágenes. Nada que no se haya visto en la MTV. Repetición de las mismas escenas para rellenar metraje. Cámara rápida que no sirve para emparanoiar a nadie.


Estoy tan demacrada que no puedoooorrrlllll


Y queda la traca final. El desarrollo de la historia. Más de una hora de film lenta, aburrida, donde todo pasa con el freno de mano porque, por mucho que uno utilice la velocidad a la hora de suceder a los planos y le de al forward para que todo vaya a velocidad de vértigo cada cinco minutos, eso no implica que el ritmo narrativo sea ágil. Después, intenta realizar la paranoia final metiendo sueños y alucinaciones, lo acelera todo (salvo la exhausta cámara que ya no puede ir más deprisa) pum pum pum y llegamos al final. Para aturdir. Para dar mal rollito. Para dejar K.O. Lo que deja es alivio, alegría por ver los títulos de crédito ante la tomadura de pelo que supone este Réquiem por un Sueño. El final del film es como el de esa novela mala más lenta que el caballo del malo y que luego al escritor le entra la prisa porque los de la editorial le están apretando las tuercas para que entregue de una puta vez y lo cuenta todo deprisa y corriendo.

Hay algo positivo en el film (¡increíble pero cierto) y es la excelente B.S.O de Clint Mansell. La melodía principal es preciosa a la par que desasosegante. Una tonadilla que se ha hecho famosa y es conocida por el gran público. Uno de esos temas que tiene más carga dramática que todo el conjunto de la película, como sucede en otras obras como la infumable Cinema Paradiso. Una lástima que el dramatismo musical no sea el equivalente perfecto al drama del montaje, como hicieron otros grandes binomios de la historia del cine entre director y director de B.S.O, las parejas perfectas: Leone y Morricone o Hitchcock y Hermann.


¡Qué guay somos vamos por la calle con la tele de mami!


Réquiem por un Sueño es una bazofia absoluta que pretende ser drama y viaje de drogas y se queda en nada. Un videoclip de hora y media con tonos almibarados, irreal, artificial y efectista a más no poder.

Media en IMDB: 8,5 (181.947 votos)
Media en Filmaffinity: 7,9 (53.695 votos)
Media en Cinetrivia: 7,46 (26 votos)

lunes, 2 de agosto de 2010

El bastardo cumple un año. 365 días dando cera.

Como suele suceder en los aniversarios, uno hace un balance general sobre lo que ha dado de sí el pasado. Y para conmemorar el añito del blog, es el turno de hacer un lamentable post de autobombo, con un repaso general sobre lo que ha sido el primer año de Un Jodido Bastardo.

La idea inicial que tenía era la de hacer un blog con contenidos generales. Muchos post que tenía pensados escribir incluso antes de decidirme definitivamente a dar vida a la página se han quedado en el tintero. La cosa empezó en una división entre deportes y cine. El fútbol fue ganando terreno al séptimo arte hasta incluso monopolizar el blog. Incluso con cambios de estilo en las crónicas. Muchos amigos me han dicho que hablo demasiado de futbol y eso les cansa. Razón no les falta, pero es de lo que mejor sé hablar. Incluso reclamaban más artículos sobre música. Y tienen razón, pero hay un problema. Todo el que me conoce sabe que amo la música y que mi pasión pura y dura es el heavy metal. Que berreo cualquier canción en un garito emocionado. No es que tenga unos conocimientos impresionantes sobre el tema (comparado con algunos "monstruos" que conozco, no tengo ni idea) pero puedo hablar sobre ella. El problema es que se me da muy mal escribir sobre música. Al ver los resultados de los dos artículos sobre discos, tengo la sensación de que son idénticos. No sé describir las sensaciones que me provoca la música. Todo son loas sobre cada tema del disco. Puede que, si hablo de discos irregulares o directamente lamentables salgan mejores artículos. Habrá segunda parte del disco del año, por supuesto. Pero no sé si hacer crónicas de conciertos. Se me dan también mal. No hice la de BB King, por ejemplo. Tengo que poner remedio a mi mala escritura musical.

Toca hablar sobre lo cambios en el blog. El primero que habréis notado ha sido la eliminación del contador de visitas. Simplemente era una mierda. No sólo contaba las visitas que yo hacía a mi propia página- básicamente eran para ver cómo ha quedado publicado el artículo- sino que, cada vez que pinchabas en los comentarios, se sumaba otra visita. El contador no era un fiel reflejo de las visitas reales a mi página, ya que un tercio eran mías y fácilmente otro tercio se producían para ver los comentarios.

Otro cambio: se terminaron las crónicas de fútbol. En varias ocasiones, eran crónicas del sábado y escribía el domingo, por la sencilla razón de que prefiero irme de fiesta antes que estar tecleando. O incluso pasaba de hacerlas por vagancia. Porque ni por asomo sólo he visto los partidos de fútbol aquí analizados. Simplemente, había días que no tenía ni fuerzas ni ganas de escribir. Y, al leerlas, muchas me resultaban aburridas. Sobre todo antes de cambiar de estilo, tanto rollo en plan: "en el minuto tal, fulano disparó desde la frontal y el balón se fue rozando el poste" y así todo el rato, es aburrido. Habrá alguna crónica cuando tenga la imperiosa necesidad de escribirla. Pero lo que tomará más fuerza será la sección reflexiones futboleras, una opinión personal sobre lo que esté aconteciendo en el mundo del fútbol.

El último cambio importante que quería comentar es lo de la negrita. Fuera negrita. Al principio lo hacía porque había visto en muchas publicaciones que ponían un nombre propio o las cifras en negrita. Pero sin darme cuenta, en esas publicaciones se hacía una vez. Pues yo no. Cada vez que mencionaba un nombre propio lo remarcaba, aunque lo escribiera cincuenta veces. Es algo que no tiene mucho sentido, la verdad. Además, es un auténtico coñazo poner en negrita cada nombre al terminar el artículo cuando lo estás repasando. Sólo un último vistazo para corregir fallos ortográficos y ya está. Desde este momento, la negrita está finiquitada.

Por último, hablar de mi manía abriendo secciones. Puede que demasiadas y varias de ellas con un sólo artículo. Pero esas secciones me dan la posibilidad de ordenar artículos y buscarlos de manera más fácil. Reagrupar, que se diría. En cine hay varias y muy útiles, la verdad es una manía la de abrir secciones que me gusta bastante. Además, la frase "inauguramos esta sección" es ya un clásico del blog.

Por último, dar las gracias a los que me habéis leído y aguantado ciertas chapas. A veces me enciendo demasiado, otras aburro y muchas veces intento transmitir el entusiasmo sobre cualquier cosa. No sé si consigo transmitir mis sensaciones en los escritos, pero realmente es lo que intento siempre. Este blog es mío, por tanto subjetivo e intento hacer llegar esa subjetividad a todos, mi manera de ver las cosas. Aunque he intentado ser objetivo en las crónicas de fútbol, pero no sé si lo he logrado. Gracias por aguantarme y, otra cosa para llenar mi ego: ¡Escribid más comentarios!. Tenía que decirlo.