Películas Olvidadas: Quiero la Cabeza de Alfredo García (I)

Título: Quiero la Cabeza de Alfredo García
Título Original: Bring me the Head of Alfredo García
Director: Sam Peckinpah
Guión: Gordon Dawson & Sam Peckinpah
Música: Jerry Fileding
Fotografía: Alex Phillips
Reparto: Warren Oates, Isela Vega, Kris Kristofferson, Robert Webber, Gig Young, Emilio Fernández
Año: 1974 Duración: 112 mins Color
SINOPSIS: Al ver que su hija ha quedado embarazada, su padre, un magnate mexicano, ofrece una recompensa de 10.00 dólares para la captura del padre, Alfredo García. Muchos cazarrecompensas se lanzan en su búsqueda y Bennie, un vividor, ve la oportunidad de ganar dinero fácil...






Inauguramos la enésima sección de cine, titulada en esta ocasión Películas Olvidadas. Se trata de un grupo de películas que, o bien están infravaloradas, o están bien consideradas, pero no tienen el lugar que se merecen. Más que nada, esta sección es para hacer un homenaje a films que realmente se merecen ser recordados y recomendables para cualquier cinéfago que se precie.

Comenzamos por una cinta que, si bien los fans del Tío Sam la recordaremos siempre, algunos que no le conocen, deben ver esta gran joya.

SUCIA, NEGRA, ÁSPERA Y NIHILISTA

Cuando se habla de la figura de Sam Peckinpah, a uno le viene a la cabeza su violencia, lirismo y sus grandes westerns. Peliculones de la talla como Grupo Salvaje, Duelo en la Alta Sierra, Patt Garrett y Billy the Kid, Perros de Paja o sus colaboraciones con el genial Steve McQueen, son sus obras más recordadas.

Pero hay una que es realmente especial. Y ya con el título sabemos que no es algo normal: Quiero la Cabeza de Alfredo García. La obra de Peckinpah es monstruosa. Pero lo que la hace especial, es que es la más personal. El personaje principal, Bennie, no es más que una caricatura del propio director. De su propio viaje, como si fuera un western, pero sin los caballos que recorren el polvoriento desierto de México. Tras años de lucha contra las productoras, por fin Peckinpah pudo hacer una película como él quiso. Su obra más autobiográfica. Sin censura, sin recortes en el metraje, sin preocuparle el qué dirán. Un film que hizo única y exclusivamente para su propio deleite. Y resulta una gozada para cualquier fan del director. Quiero la Cabeza de Alfredo García tiene todos los ingredientes de su sello.

La película posee la temática del viaje y el ambiente clásicos del western aunque contemporáneo y desarrollado en lugares completamente sólidos. El desarrollo es el de una road movie y la violencia del cine de acción de los '70, marca de la casa con esa cámara al ralentí para realizar escenas más impactantes.

¡Ese puto estilo, Bennie!

En el film, encontraremos todos los elementos del cine de Peckinpah elevados a la máxima potencia. Esa suciedad tan tosca, rozando lo hortera en cuanto al vestuario, siendo algunos de los trajes los que usaba Peckinpah. Ese México fronterizo, con esos coches destartalados, cutres, que ruedan a duras penas sobre el polvoriento desierto asfixiante, tanto, que hasta el espectador siente el calor. Esa visión de la realidad tan negra, tan oscura, tan áspera, sin ningún tipo de concesiones. Sin suavidad. Cruda y dura como ella sola. Y, como no, el nihilismo. A Peckinpah poco le importa la impoluta moralidad estadounidense. Se salta las normas siempre, y en este film lo hace a gusto. Los hombres que retrata son unos bastardos absolutos, sin ningún tipo de escrúpulos. No son sólo unos bebedores, puteros o drogadictos: son desquiciados, desequilibrados y muy violentos. Las mujeres, las trata como si fueran simples objetos, como un mero placer para el hombre. Misoginia en estado puro. No duda en mostrar maltratos y violaciones y eso no gusta a todo el mundo.

Y su violencia es algo impresionante. Alcanza el dramatismo puro, su cámara lenta y su sangre explícita son de lo más aterradores, aunque los muestra como simple acto de supervivencia y de venganza. Un duro viaje de vuelta, de un hombre que no tiene destino, simple y llanamente busca la redención total. Es por ello que la última parte de la película hay una violencia descarnada, porque esa es la única manera de enfrentarse a los hechos para su protagonista, alcanzando un clímax absolutamente glorioso. Pero los más necios ven en esta película como algo aberrante y monstruoso. Nada más lejos de la realidad: Peckinpah dota al film un gran lirismo, evocando los buenos recuerdos del pasado e imaginando un futuro mejor, pero con un presente terrible. Sam vuelve a retratarnos ese mundo descorazonador, oscuro, de hombres cansados, completamente crepuscular.

La historia es la de un hombre que busca una vía de escape a un vida mejor, ya que la suya es completamente insustancial. En la primera parte del film, la afronta con optimismo, como una forma de ganar dinero fácil y poder hacer lo que se le antoje. Pero, una vez que encuentra la cabeza, ya nada será igual. Su descenso a los infiernos es, cuanto menos, desquiciante. Bennie abandona toda clase de razón y decide que la mejor forma de vengarse es la de cargarse a todo el que le ha jodido. Se deja llevar por arrebatos de locura, pero siempre sabiendo que su destino está sellado. Ya no tiene nada por lo que seguir adelante, y quiere poner fin a su sufrimiento de la manera más digna posible: morir matando. Las escenas con las que habla con la cabeza llena de moscas no sólo muestran la esquizofrenia del personaje, también ese humor negro cargado de cinismo que tanto le gusta al director.

¡Puto asco de cabeza, joder!

La actuación de Warren Oates, protagonista absoluto del film, es sublime. Al principio se le muestra como un vividor, con esas gafas de sol, ese pelo desaliñado, sus trajes chungos y la sonrisa cínica con el cigarrillo en la boca. Pero, poco a poco y al terminar de enamorarse, se cae del guindo y ve que la realidad es mucho más cruel de lo que se imaginaba. Llega a la más desquiciante de las locuras, pero con un único objetivo: la venganza. Warren Oates demuestra con ésta interpretación, que no es un mero secundario, sino un enorme actor.

Quiero la Cabeza de Alfredo García es otra obra maestra más del genio, sencillamente porque es su visión del mundo tal y cómo quiso mostrárnosla sin que los magnates de las productoras pudieran hacer algo por evitarlo. Sin duda alguna, es el film que más amó nuestro Tío Sam Peckinpah.

Media en IMDB: 7,5 (5.559 votos)
Media en Filmaffinity: 7,5 (2.103 votos)
Media en Cinetrivia: 8,33 (3 votos)