¡Güiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii ar de cheeeeeeeeeeeeeeeempions!
¡SOMOS LOS PUTOS CAMPEONES DEL MUNDO!
España hace historia y se laza con el Mundial de fútbol por primera vez en su historia. Iniesta, en la prórroga, agónica, desató la eugoria con su gol en el '116. Fue un partido bronco, nada brillante, pero que España tuvo grandes momentos. Holanda se dedicó a no dejar jugar y a practicar un juego violento impropio de su selección. El arbitraje de Webb fue nefasto. España entra en el selecto club de los países que tienen un Mundial.
11 de
Julio de
2010. Estadio
Soccer City de
Johannesburgo. Eran las
22.57. Corría el
minuto 116. Segunda parte de la prórroga. Un partido intenso, taquicárdico como pocos. Donde todos hemos sufrido.
Torres intenta un pase y rebota en un defensa holandés.
Cesc la recoge y pasa al hueco. Y surgió la magia de
Don Andrés. Controló el balón, se acomodó y sacó una pequeña volea, pegándola con toda la vieja
Furia Española, con el alma de todos los españoles y envió el balón al otro palo, imposible para
Stekelenburg. Euforia, éxtasis, locura colectiva, gloria total, un gol histórico...
Iniesta se fue corriendo, al córner, mostrando al mundo la dedicatoria al tristemente fallecido
Dani Jarque. Algo aún más grandioso que el gol, acordarte de tu amigo perdido en un momento único. Después,
Ramos haría lo propio con
Puerta. Juro que cuando estaba celebrando el gol no tenía la certeza de si era legal. Parecía que sí, porque nadie dejaba de festejarlo. Tensión y adrenalina liberadas. Por fin, lo podemos decir bien alto:
España es
Campeona del Mundo de Fútbol.El partido fue tan tenso como intenso. Un primer cuarto de hora ejemplar de nuestra selección, con ese juego exquisito de toque, posesión total, con ocasiones, parecía que iba a ser un paseo.
Holanda hacía alguna falta que otra, pero... todo cambió. La Oranje abandonó sus viejas ideas, sus credenciales que la hicieron grande para practicar el antifútbol. Un partido de trincheras, aunque más bien, los holandeses plagaron de minas el césped. Así, cortaban el juego de
España, sin poder circular bien la pelota, sin crear peligro.
Holanda no quería jugar y mucho menos quería dejar jugar. Su dureza superó el reglamento. Fue una
Holanda violenta como pocas. La patada de kárate de
De Jong a
Xabi Alonso fue brutal.
Van Bommel se dedicó a repartir de lo lindo. Aquello parecía kick-boxing.
Pero los neerlandeses tenían un cómplice: el árbitro (poned vosotros el adjetivo) inglés
Howard Webb. Si desde el
minuto 1, con aquella entrada de
Van Persie hubiera sacado amarilla, hubiera cortado de raíz el juego holandés. No se atrevió. Arbitró con miedo. Si esto no fuera la
Final del
Mundial, habría expulsado a dos o incluso a tres. Sólo fue
Heitinga y tarde. Ya no sólo las rojas, simplemente es cuestión de criterio. No es normal que un equipo que propone jugar al fútbol, limpio como ninguno, tenga dos amarillas al descanso y un equipo que intente destruir sólo tres. Es cuestión de ver fútbol y analizarlo. Así de sencillo.
¡Andrés Iniesta, lorololololoooo, Andrés Iniesta, lorololololoooooo!
La segunda parte siguió con la misma tónica. A todos se nos encogió el corazón cuando
Robben cabalgaba ante
Casillas a la hora del partido. Era un gol cantado, pero
El Santo lo desvió con el pie. A partir de ahí,
Holanda apenas llegó. Con la entrada de
Navas- que esta vez sí, fue más profundo y daba mayor sensación de peligro que el día ante
Honduras-
España volvió a dominar y tuvo varias oportunidades. Pero el gol no llegaba.
España insistía, con paciencia, con un poquito de velocidad cuando era necesaria. Pero faltaba el juego entre líneas. Poco antes del final,
Del Bosque echó mano de
Cesc cuando más era necesario, deshaciendo el tan criticado doble-pivote. Y ahí se vio a la mejor
España.Paréntesis para hablar de
Vicente: Sí, el doble pivote ha funcionado a las mil maravillas. Me quito el sombrero ante él, me envaino la espada. Tanto
Xabi Alonso como
Busquets (nadie dudaba de su calidad) han hecho un
Mundial sobresaliente. Aunque también hay que reconocer que el equipo ha funcionado cuando ese doble pivote era único. La razón es para todos, aunque más para
Del Bosque que, en lo que ha sacado matrícula de honor ha sido a la hora de leer los partidos. El día de
Chile quitó a
Torres y entró
Cesc para ganar a los chilenos la superioridad numérica que tenían en el centro del campo. Sacó a
Llorente frente a
Portugal, y así fijó a la defensa y abrió espacios. Volvió a salir
Cesc contra
Paraguay, para jugar más entre líneas. Frente a
Alemania, aguantó hasta después del gol a los once que jugaron a las mil maravillas. Y en la final, de nuevo
Cesc que, aunque su trabajo no haya sido vistoso, ha sido clave en este
Mundial.
En el tiempo extra, el dominio total era de
España. Cesc, Xavi e
Iniesta se hartaron a tocar en corto por el centro, a tirar el pase al hueco para la ocasión de gol. Y tuvieron varias durante el primer tiempo de la prórroga.
Holanda ya no quería hacer nada, simplemente deseaba que pasara el tiempo para llegar a los penaltys. Éstos no llegaron, pero sí la expulsión de
Heitinga. Un poco rigurosa en esa segunda tarjeta, pero dados los múltiples errores de
Webb y que, con anterioridad debió expulsar a más de un holandés, pues es una justísima expulsión. Y luego el gol de
Iniesta y la agonía de los minutos finales. Momentos en los que muchos lloraron, yo no tenía ganas, las tuve durante el partido para liberarme del sufrimiento, ha sido el partido de fútbol en el que más he sufrido, sólo comparable al ya famoso
España-Italia de los cuartos de la
Euro.Esta fue la crudeza de Holanda. Y el árbitro enfrente.
Hablaba en el anterior post que el
11 de
Julio, pasara lo que pasara, se iba a hacer justicia poética. Que el Dios del fútbol iba a premiar a una de las dos eternas aspirantes. Me equivoqué. Hubiera sido muy injusto, que esta
Holanda se hubiera alzado con el título practicando el antifútbol. Ha habido justicia poética, el premio se lo ha llevado la selección que siempre ha propuesto jugar bien al fútbol, aunque en varios partidos no lo ha conseguido. Pero que nunca ha renunciado a su estilo. En cambio, la Oranje ha desplegado un juego violento, sucio, zafio, marrullero, todo cuánto se quiera decir. Lo hemos criticado, lo haremos en días venideros. Un fútbol aborrecible, sentirlo en nuestras propias carnes nos duele. Los
Cruyff, Gullit, Michels, Van Basten, Rijkaard, Bergkamp y compañía, estoy seguro de que han sentido vergüenza de esta selección. Pero tengo que romper una lanza en favor de ese país, de
Holanda. No de este grupo de
Van Maarjwik que se ha comportado de manera lamentable en esta
Final. Sino a ese símbolo de selección, a ese país. Aunque escribo estas líneas con la euforia de la victoria de
España, siento una decepción interior por lo que he visto de
Holanda. Nunca me esperaba eso de ellos. Los amantes del fútbol, que nos enseñaron a jugar bonito y ofensivo con la escuela de aquél
Ajax que ganó tres
Copas de Europa seguidas, que se extrapoló a su selección que llegó a dos finales seguidas, que no tuvo la justicia del fútbol (aunque bien se merecería unas buenas líneas la
Alemania que les venció en el
'74) ese equipo que pasó a la historia sin ganar el
Mundial. Ese estilo que impuso
Cruyff en el
Barça y continuó años después con
Rijkaard y
Guardiola. Que lo aplicó
Luis Aragonés y después lo siguió
Del Bosque en nuestra selección. Un equipo que ama el fútbol, que sabe jugarlo como los ángeles aunque no en este
Mundial. Me niego, me niego rotundamente a que mucha gente crea que la verdadera
Holanda se vio el domingo. Esa no es
Holanda. Jugaron demasiado duro, de acuerdo, pero sólo podían parar a
España a base de faltas. Esa
Holanda será un infausto recuerdo, pero no la que pasará a la historia. Hay que tener memoria y recordar a la no tan vieja
Holanda. Sin ir más lejos, salvo el baño de
Rusia, arrasaron en el grupo de la muerte en la pasada
Eurocopa, fulminando a franceses e italianos. Aunque muchos hoy renieguen de ella, si
Holanda se alza al fin con un
Mundial y no está
España de por medio, yo me alegraré por su victoria.
España ha hecho historia. Se ha unido al selecto grupo de ganadores de un
Mundial. Somos ocho. Es momento de dar agradecimientos. De agradecer que un país entero se ha unido por el fútbol. De pasear por la calle, gritando, saltando, bañándose en las fuentes o con las mangueras, y ver la felicidad en el rostro de la gente. Y abrazarse con desconocidos. De sentir lo mismo. Que el tipo que no conoces de nada está tan feliz como tú por el fútbol. De que a gente que no le gusta el fútbol, como un buen amigo mío, entienda lo que significa para mí y para muchos apasionados del balón lo que representa este deporte. Porque el fútbol es la cosa más importante de las cosa menos importantes, que diría
Sacchi. De ver que todos sacaban a relucir la bandera, nuestra bandera. Eso es lo que debería ser normal. Que lo que ha unido el fútbol no lo deshaga otra vez la política. Gracias a los
23 jugadores que nos han llevado al éxito, a la alegría colectiva. A
Del Bosque y a
Aragonés. A los que nos ayudaron a clasificarnos y/o ganaron la
Eurocopa pero no estuvieron en Sudáfrica:
Cazorla, Senna, Güiza, Juanito, Sergio García, de la Red, Riera, Palop, Diego López, Capel y tantos otros. A todos los entrenadores que han pasado. A las generaciones que no alzaron el
Mundial. Las decepciones del
'82 o el
'98, los errores arbitrales del
'94 o
'02, las buenas selecciones del
'86 y el
'06, el cuarto puesto de
1950, la
Euro del
'64 y la final de veinte años después... En definitiva, a todos los que han vestido la Roja gracias. Han hecho sufrir, reír, llorar, disfrutar a un país entero. Porque los que amamos este deporte hoy lo sentimos más, todos los que lo practican (o practicábamos) desde pequeños también formamos parte del éxito. Hoy, todos juntos, los que lo hemos visto al fin y los que no están pero que nos ven desde alguna parte podemos decir: ¡Somos los putos
campeones del Mundo!